Y lo peor es que es parcialmente cierto, pero “vámonos por partes” como bien dijo el asesino serial. Young dice que el revival del vinilo no es más que una moda porque las compañías grandotas (a.k.a. las tres majors que quedan) ya cacharon que está “hot” el vinilo y te están vendiendo vinilos cuyo audio sale de un mastering para CD i.e. que solamente suenan como un CD y no como un vinilo.
¿En qué sí y qué no tiene razón Young? Bueno, para empezar digamos que los CDs se diferencian de los vinilos en que toman un muestreo de una onda sonora. Es decir, la onda sonora “cruda” originalmente NO cabía en un CD y entonces lo que se hizo para solucionarlo fue tomar un sampleo de 44,100 pedacitos por segundo y, para que no te quedaras con una onda sonora incompleta, los reproductores de CD completaban la onda con un algoritmo que les permite calcular qué hay entre esos puntos.
Ahora bien, el hecho real es que muchos no pueden distinguir la diferencia entre un CD y la onda real, mucho menos entre el compacto y un vinilo, pero hay quien sí puede y formatos Lossless como WAV, FLAC, ALAC o, en hardware, SACD (Super Audio Compact Disc) ya tienen la capacidad de albergar toda la onda y, salvo excepciones que estén mal ripeadas, todos estos formatos contienen 3 veces la cantidad de info de un CD o hasta 30 veces la de un MP3 a 320 (llegan a contener hasta 50 veces la info de un MP3 conforme la calidad del mismo va bajando.) Todo esto pasó porque la velocidad de navegación fue aumentando y las computadoras fueron adquiriendo drives externos que albergaban cada vez más información en un menor espacio. Actualmente, el Walkman de Sony que admite formatos Lossless tiene la capacidad de albergar unos 2,000 tracks en FLAC si uno le pone la ampliación de memoria.
¿Pero entonces cuál es el pedo que le gorgorea en el calzón a Young? Young odiaba los CDs y siempre fue muy vocal al respecto, no sé exactamente cuál fue su postura al respecto de los SACD, pero en general dejó muy claro que él extrañaba la calidez (los armónicos) de los vinilos y que por eso estaba por lanzar su propia tienda y su propio reproductor de formatos Lossless (el dichoso y polémico PONO.) Así que, el vato sí le sabe al audio y tiene una serie de puntos muy claros en sus quejas, pero está hablando de las majors y no de proyectos “indie” como The Vinyl Factory o Dubplates & Mastering (el changarro DEL masterizador más celebrado en tiempos recientes: Rashad Becker.)
Cagado, porque este post me sirve para responderles una duda que muchos (de mi edad) tuvieron de morritos: los vinilos mexicanos sonaban mucho más bajito porque estaban impresos usando el disco que mandaban de Europa o Estados Unidos para sacar un “negativo,” en muy pocos casos nos mandaban las placas. Es decir, cuando un disco se termina de masterizar, se pasa toda esa información de la cinta (o de digital en formatos como WAV) a un dubplate, el dubplate es el vinilo del cual se van a sacar las placas (el negativo) del que saldrán todos los demás vinilos. Cuando tu sacas un negativo de un vinilo que NO es el dubplate, estás restándole profundidad a las placas y, ergo, suena más bajito.
Es por eso que, cuando usas el audio de un CD como tu master, tu vinilo no tendrá más información que un CD porque el proceso de imprimir un vinilo no es mágico y nunca le suma, ipso facto, armónicos o completa la onda sonora si esta está trunca. Pero, por ponerles un ejemplo, yo nunca he comprado un vinilo que esté hecho usando el CD porque, en parte, busco justo todo aquello que está remasterizado específicamente para vinilo y, en general, las independientes que se dedican a hacer ésto viven de que sus vinilos suenen bien… Sí he tenido un par de vinilos cuyos masters originales eran muy deficientes, pero puedo asegurar que en Boomkat, Bleep, Discogs, Decks, Clone, Juno y demás tiendas/manufacturadores es relativamente fácil enterarte de qué estás comprando y su calidad de audio.
Ahora, tú como consumidor tienes que preguntar y enseñarte a oír, no compres vinilo porque es “retro, goei;” cómpralo por razones más específicas como: es el primer remaster hecho con las cintas originales, porque nunca había salido en vinilo y lo está masterizando para su impresión Rashad Becker o, mejor aún, compra el vinilo original de la época en la edición menos madreada que encuentres. Si no, nomás estás haciéndole a la mamada. Te voy a poner un ejemplo muy bonito de vinilos que sí valían mucho la pena: los remasters en monoaural de los Beatles que salieron hace un par de años, valían la pena porque los Beatles sólo se quedaban a la mezcla en mono, que era el estándar de la época, así que hay diferencias de largo entre esos mismos discos en mono y estéreo, incluso hay otras tomas vocales y muchos detalles que las vuelven interesantes.
En resumen, al tiro porque Young sí tiene razón, pero sólo parcialmente y tú eres el que, con tu dinero, va a darle su lugar correcto a los vinilos que valga la pena tener. Para eso te tienes que volver un consumidor menos “fashion” y enterarte de qué estás comprando y, siendo que no son baratos (menos con el dólar a 15 pesos,) no está de más que te pinches enteres bien en qué te gastas 600 pesitos.